El golfista de 37 años, que sufrió problemas crónicos de espalda tras convertirse en el número 1 del mundo en 2015, desearía haberse cuidado mejor y no haber "jugado tanto" con su peso y su estado físico en el pasado.

Reflexionó para la revista Today's Golfer: "Ojalá me hubiera cuidado un poco más.

Mirando hacia atrás, si le diera un consejo a alguien, le diría: no te excedas con el fitness.

Hubo una buena época, en 2015 y 2016, en la que mi cuerpo estaba en su punto ideal.

Y luego me pasé, perdí demasiado peso y perdí 30 yardas con el driver”.

“Y luego me fue al revés, porque pasé de 79 kg a 95 kg, así que hubo una diferencia drástica en mi rutina de entrenamiento y en mi alimentación. Ojalá no hubiera tenido que darle tantas vueltas a eso, porque con eso vinieron las lesiones”, abundó.

Los problemas de espalda de Jason le han obligado a reevaluar su juego: "Diría que, en 2015, probablemente estaba en mi mejor momento físico... Lo veo ahora y creo que probablemente no le pego tan lejos. Mi juego con los hierros necesita mejorar.

Probablemente mi juego corto sigue ahí, pero mi putt tiene muchas más rachas ahora. A veces me cuesta, y es porque físicamente ya no puedo estar ahí jugando al putt durante dos horas”.

“Muchas de mis limitaciones se deben a mi cuerpo, así que tengo que reentrenarlo y desafiarme a mí mismo para abordarlo desde una perspectiva diferente, porque lo que solía hacer para ser el número uno del mundo, ya no puedo hacerlo físicamente.

Esa es la realidad. De alguna manera, tengo que idear ideas diferentes y evolucionar mi juego de diferentes maneras para alcanzar el máximo éxito posible”, concluyó.